San Severino: El Santo de la Profecía y el Consejo
La Vida de un Santo
San Severino nació en Roma en el año 410 y murió el 9 de enero del año 482. Fue un hombre de gran fe y con dones especiales, como la profecía y el consejo, que le permitieron anunciar el futuro y guiar a las personas en el camino de la virtud.
La Misión de San Severino
San Severino se fue a misionar en las orillas del río Danubio en Austria, donde anunció a las gentes de la ciudad de Astura que si no dejaban sus vicios y no se dedicaban a rezar más y a hacer sacrificios, iban a sufrir un gran castigo. Sin embargo, nadie le hizo caso y la ciudad fue destruida por los bárbaros Hunos. Luego, se fue a la ciudad de Cumana, donde también predicó la necesidad de convertirse y hacer penitencia.
Los Milagros de San Severino
San Severino realizó muchos milagros durante su vida. En Faviana, una ciudad que quedaba junto al Danubio, había mucha carestía porque la nieve no dejaba llegar barcos con comestibles. San Severino amenazó con castigos del cielo a los que habían guardado alimentos en gran cantidad, si no los repartían. Ellos le hicieron caso y los repartieron. Luego, el santo, acompañado de mucho pueblo, se puso a orar y el hielo del río Danubio se derritió y llegaron barcos con provisiones.
La Muerte de San Severino
San Severino murió el 8 de enero del año 482, después de predicar la necesidad de ayudar a los necesitados y respetar los derechos de los demás. Se fue al cielo entonando el salmo 150, que dice Todo ser que tiene vida, alabe al Señor.
La Veneración de San Severino
Los restos de San Severino fueron encontrados incorruptos seis años después de su muerte. Sus ojos azules brillaban como si estuviera apenas dormido. Sus restos han sido venerados por muchos siglos en Nápoles y en Austria. En Austria, todavía se conserva la celda donde el santo pasaba horas y horas rezando por la conversión de los pecadores y la paz del mundo.