Santa Angela de Foligno: una vida de conversión y amor misericordioso
Santa Angela de Foligno es una de las místicas más famosas de la Iglesia en la Edad Media. Nació en 1248 en una familia acaudalada de Foligno, Italia. Su juventud se caracterizó por una conducta de vida mundana y una aparente indiferencia hacia Dios. Sin embargo, una serie de eventos la llevaron a interrogarse sobre la precariedad de la vida y a advertir el temor del infierno. Después de la muerte de su madre, su esposo y sus hijos, Angela se dirigió al sacramento de la penitencia y se reconcilió con el Señor.
La llamada a la santidad
A la edad de 37 años, Angela inició una vida de penitencia y de renuncia a las cosas, a los afectos, a sí misma. Vendió todos sus bienes y los distribuyó entre los pobres. En peregrinación a Asís, se dirigió a la Tercera Orden de San Francisco, donde se confió a la dirección espiritual de fray Arnaldo. En este camino, Angela experimentó éxtasis y experiencias místicas, culminando en la inhabitación en el alma de la Santísima Trinidad.
La vida de oración y caridad
Angela siempre agregó la actividad caritativa al lado de los últimos, asistiendo con ternura a los leprosos y a los enfermos, en los cuales veía al Cristo Crucificado. Conocida como Magistra Theologorum, promovió una teología basada en la Palabra de Dios, la obediencia a la Iglesia y la experiencia directa de lo divino en sus manifestaciones más íntimas. Fue fecunda en su maternidad espiritual, atraída con pasión a un cenáculo de hijos espirituales que veían en ella a una guía y una verdadera maestra de fe.
La canonización
Ya antes de su muerte, el 4 de enero de 1309, el pueblo le atribuyó el título de santa. En 2013, el Papa Francisco la canonizó por equivalencia, reconocimiento a su vida de santidad y amor misericordioso. Santa Angela de Foligno es un modelo del genio femenino en la Iglesia, un ejemplo de conversión y amor misericordioso que nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida y a encontrar la verdadera felicidad en Dios.